Si hace unos meses me sentó muy mal que la red social Twitter cerrara mi cuenta con 83.000 seguidores y unos ocho años de dedicación y tiempo irrecuperable invertido en ella, disgusto que me llevó a calificar a dicha red social de cruel y errática, ahora, al cabo de ese tiempo me veo con mi nueva cuenta, bastante liberado de lo que suponía no poder atender las numerosas notificaciones de la cuenta antigua y con la dependencia creada de tener que conseguir más y más seguidores, completamente curada. Ya me da igual el número, y ahora sí puedo atender las notificaciones las veces que tenga ganas de conectarme. Así que, ahora, Twitter, gracias, porque sabiamente en tu misma gestión incomprensible llevas la medicina del desenganche y de la liberación. Buen trabajo y buena labor, todo hay que reconocerlo.
De todas formas y ante el cierre de cuentas de amigos y amigas míos, me he visto obligado a publicar este Tweet:
No me cabe en la cabeza, por mucho que lo intento, que una red social como @Twitter se empeñe en cerrar cuentas con la excusa de que incumplen unas reglas que nadie sabe bien cuáles son y por tanto, impida el que debería ser su objetivo principal: fomentar las relaciones sociales— JuanSGE (@GgeJuan) September 10, 2019
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